domingo, 18 de enero de 2009

La odisea de la expedición Imperial Trans-Antarctic

Decía el geólogo británico Raymond Priestley, allá por 1917, que ante una situación desesperada, de la que parezca no existir salida, siempre nos queda la opción de rezar y pedir que acuda Shackleton en nuestro auxilio.


El explorador anglo-irlandés Sir Ernest Henry Shackleton fue la persona a la que, en 1914, se le ocurrió atravesar a pie y de un extremo a otro el continente Antártico, pasando por el Polo. Es lo que él mismo denominó como 'la última de las grandes travesías polares', ya que tres años antes, Roald Amundsen y Robert Scott habían alcanzado el Polo Sur (falleciendo éste último en su intento, pero esa es una historia para otra ocasión).

La expedición de Shackleton, denominada 'Imperial Trans-Antarctic Expedition', fue la tercera que realizó a la Antártida. La primera, en 1901 junto al capitán Scott en su expedición Discovery, y la segunda en 1907, como jefe de la llamada expedición Nimrod. En su tercer viaje, a bordo del Endurance y junto a 13 hombres más, Shackleton nunca llegó a pisar el continente austral, pero realizó una de las mayores aventuras del siglo XX.

Al inicio de la Primera Guerra Mundial, el Endurance se adentraba en el mar de Weddell, camino de la bahía Vahsel, en la costa Antártica. El plan era que, una vez llegados a la bahía, Shackleton junto a cinco hombres más y cien perros, se dirigiesen hacia el Polo Sur para atravesarlo y continuar hasta el mar de Ross. El resto de la tripulación se distribuiría entre Graham Land, Enderby Land y el campo base, para llevar a cabo estudios científicos. Al mismo tiempo, otro grupo de hombres de la 'Imperial Trans-Antarctic Expedition' se dirigía a bordo del SY Aurora hacia el mar de Ross. Una vez allí, atravesarían la gran barrera de hielos hasta alcanzar el glaciar Beardmore, donde dejarían víveres y material a la espera del grupo de Shackleton, que no podía cargar con todo el equipo y alimentos necesarios desde el punto de partida.


Con lo que Shackleton, sin duda, no contaba era que incluso antes de llegar a Vahsel, el Endurance quedaría atrapado por los hielos y con que durante más de ocho meses, sus tripulantes se quedarían bloqueados y a la deriva. Ante esta situación, Shackleton intentó evitar que la falta de actividad y el miedo hiciesen mella en sus compañeros, pues sabía que únicamente conseguirían salir de aquel infierno helado si se mantenían unidos, ya que nadie podía acudir en su auxilio. El peor momento llegó cuando la presión del hielo acabó haciendo añicos el casco del Endurance, de más de un metro de espesor. La cámara de cine de Frank Hurley asistió impotente, al igual que el resto de los tripulantes, a la desaparición del barco que les debía llevar a su destino. Ante esta situación, decidieron recoger todo lo que pudieron y con ayuda de los trineos de perros se pusieron en marcha. Avanzaron mientras los perros aguantaron. Después, los fueron sacrificando y se los comieron. Durante seis meses vivieron sobre inestables témpanos de hielo a la deriva, que a veces tenían que abandonar rápidamente, pues se rompían de improviso.


En abril de 1916, dos años después de haber iniciado su travesía, la siempre dura Antártida les obligó a elegir entre dos grandes peligros: seguir moviéndose entre témpanos que se fracturaban, o lanzarse en tres pequeños botes al Océano Antártico. Escogieron adentrarse en el mar. Una temible y dura navegación entre olas gigantescas y tormentas les llevó finalmente hasta la isla Elefante, en la punta norte de la península Antártica. Después de muchos meses, pisaban por fin tierra firme, aunque seguían igual de perdidos. Shackleton decidió buscar ayuda haciéndose a la mar en una de las chalupas con cinco hombres. Por increíble que parezca, y tras recorrer 1.300 Km en el bote, alcanzaron la costa de la isla Georgia del Sur. Aun así, antes de arribar al centro ballenero de la isla, tuvieron que atravesar 30 km de glaciares y escarpaduras. Shackleton sólo pudo descansar cuando regresó a isla Elefanta y comprobó que todos sus hombres se encontraban a salvo. Escribió después a su mujer: "Lo he conseguido. No se ha perdido ninguna vida y hemos pasado por el infierno." En diciembre de 1916, Shackleton llegaba a Nueva Zelanda.


Mientras tanto, y ajenos a las calamidades del grupo del Endurance, el equipo del mar de Ross alcanzó la bahía Discovery en marzo de 1915. Dos meses más tarde, estando el Aurora atracado en la isla Ross y diez marineros transportando el material acordado hacia el glaciar Beardome, el barco quedó bloqueado en el hielo y arrastrado mar adentro, dejando a estos hombres en tierra y sin posibilidad de alcanzar el Aurora. El 12 de febrero de 1916, el barco quedó liberado del hielo y regresó hasta Dunedin (Nueva Zelanda) para buscar ayuda. A lo largo de 1916, los gobiernos de Australia, Nueva Zelanda e Inglaterra dispusieron la financiación de un nuevo viaje del Aurora para recuperar a los marineros abandonados en los hielos. A principios de 1917, el Aurora, capitaneado por John King Davis y con Shackleton a bordo, alcanzó el cabo Evans. Una semana más tarde, siete supervivientes de los diez hombres abandonados subían al Aurora y eran llevados a Wellington (Nueva Zelanda).


3 comentarios:

Javier dijo...

Como para tener a este tío de amigo y que te diga un día... "me voy de viaje, te vienes?", juju. Claro que peor es que seas un perro y te lo veas venir con el tenedor. Hay ya hay que estar rápido e irte a la isla Hipopótamo

Lo de Scott es verdad que da para otra historia, si no que se lo digan a Mecano... :)

Desde luego la historia es bastante interesante. Tú mírate también la de Francis Crozier, que está chula, no tanto, pero lo está...

Bac Hylon dijo...

Madre mía, menuda aventura...

Además, que esta gente, aparte de la vena aventurera, tenían pasta para hartarse y aburrirse (he ahí la cuestión :-D), con la que sufragarse tamaño empresa.

Yo conocía a los típicos, Scott y Admunsen, pero a éste no, mira tú.

Abrazotes.

Anónimo dijo...

Desde luego es uno de los episodios mas extraordinarios de supervivencia y capacidad de liderazgo.

He visto un par de veces la historia relatada en la tele, con imagenes del camara de abordo, y el tema es alucinante.